jueves, 24 de marzo de 2011

March Weekend Madness


El fin de semana pasado fue de lo más completo. Ya no solo por contenido sino por “duración” ya que desde el jueves la gente tenía la cabeza más en divertirse y salir que en terminar con dignidad la semana laboral.

El jueves el verde inundo las calles y todos nos sentimos un poco más irlandeses que de costumbre. Era San Patricio y había que celebrar. Supongo que es parte de las diferencias culturales y mientras a este lado del charco todo el mundo se siente más o menos identificado con los tréboles, los pelirrojos y la cerveza negra (o verde), en España el 17 de marzo pasa sin pena ni gloria, bueno miento, los bares sí que saben sacarle juego pero por lo demás, un día como cualquier otro.

Admito que para mí este donde este y tenga los años que tenga… El día de San Patricio no deja de ser un día emocionante más que nada porque lo celebramos desde pequeños pero es lo que tiene ir a un cole que se llame como el santo patrón irlandés. De todas formas, aquí el día de San Paddy’s (que es la forma cariñosa de llamarlo) forma parte del sentimiento popular. En varias ciudades tienen un desfile en su honor y en otras como por ejemplo Chicago, tiñen el rio de verde esmeralda.  Por supuesto, no son los bares los únicos que hacen promociones especiales y pastelerías, restaurantes e incluso heladerías ofrecen a sus clientes algo más o menos relacionado con Irlanda o en su defecto de color verde. La verdad es que el día de San Patricio, siempre se asocia con cualquier cosa irlandesa, el verde, dorado los tréboles y la suerte. Pero el verdadero motivo de la fiesta es la renovación del espíritu y supuestamente a pensar (y rezar) por los misioneros del mundo. La leyenda dice que San Patricio expulso las serpientes de Irlanda, lógicamente hoy en día no hay ningún reptil de ese tipo, pero tengo mis serias dudas de que hubiera serpientes en la isla antes de la llegada del señor Patrick. Se supone que lo de las serpientes es más bien una metáfora de cómo nuestro Santo favorito termino con los ritos paganos convirtiendo a druidas y príncipes al catolicismo.

En definitiva, por un motivo u otro, el día de San Patricio es un día de alegría y celebración y nosotros no íbamos a ser menos. El jueves lo dejamos a la libre elección de cada uno pero para el viernes, organizamos una fiesta de máscaras (verdes por supuesto). La verdad es que fue bastante divertido. Nada que ver con la fiesta del año pasado en mi casa, pero desde luego digno de mención. GiGSO, que es la organización de estudiantes internacionales de la uni y de la cual formo parte como Vicepresidenta, se encargó de comprar las máscaras y collares de cuentas. Aunque teníamos cálculos aproximados de la gente que vendría a la fiesta, se nos fue un poco la mano con el tema collares y terminamos regalándolos a todas las personas que había en el bar. En España sería una buena forma de hacer nuevos amigos o al menos, entablar conversación. Pero por aquí lo de regalar collares en días especiales es tan común que el dialogo no pasa del “hola-toma-gracias-adiós”

[Happy Green Day!]

El sábado hubiera sido un día como cualquier otro si al universo no le hubiera dado por regalarnos una espectacular luna llena. El plan de la tarde/noche por supuesto fue ir a contemplar la salida del astro lunar y en la medida de lo posible, conseguir una buena foto. Digo en la medida de los posible, porque si tu cámara no tiene un objetivo de cientos de euros y es más bien de las de bolsillo, pues toca conformarse con congelar en la memoria una imagen que te recuerde que las pequeñas cosas del mundo son lo que lo hacen maravilloso.

[La calidad no es para una exposición
pero al menos, os hacéis una idea.]

Y sin casi darnos cuenta entre máscaras, tréboles y lunas llego el domingo y esta semana no fue un domingo cualquiera. Estábamos convocados a las nueve de la mañana en plaza de la libertad para correr cinco kilómetros para dar notoriedad al cáncer de colon. Cualquiera que me conozca, sabe que el deporte y yo nos llevamos lo justo. Pero cinco kilómetros no es mucho y si es por una buena causa sueles olvidarte de ese tipo de cosas. Con este tipo de carreras lo importante es participar y si a la mitad del recorrido decides que no puedes correr más, siempre se puede optar por terminar caminado. Por si acaso, me pase toda la semana entrenando. En realidad solo intente correr los cinco kilómetros el primer día y después decidí que haría toda la carrera a paso rápido. Pero después, cuando está enfrente de la salida, rodeada de gente, con tu equipo y escuchando música muy motivadora, pues como que cambias de idea aunque siempre dentro de unos límites. Solo os diré que la experiencia fue genial y que si hubiera carreras todas las semanas me apuntaba. Por supuesto carreras que no superen los cinco kilómetros, que este sábado hay un maratón y hay más de uno convencido de que me va a dar la vena suicida. Jajaja

[El equipo: International GU Hoyas]

-Stay toon for more-

domingo, 13 de marzo de 2011

Recapitulemos…

Hace mucho que no  os cuento ninguna aventura. Como siempre que desaparezco es porque he estado haciendo mil cosas y para cuando me doy cuenta, llevo demasiado tiempo sin escribir y ya no vale la pena. De todas maneras, aunque muchas de las cosas que he vivido o celebrado en estos últimos meses ya las conté el año pasado, no deja de haber cambios y novedades. Así que toca hacer una pausa y desempolvar la memoria para poner al día a este cuaderno de bitácora virtual y recapitular.

Parece increíble que hace ya 14 meses que estoy en Washington. El tiempo pasa volando y a veces no nos damos cuenta. La última vez que escribí fue con motivo de mis nuevas botas de lluvia. Que por suerte con el clima tan “primaveral” que hemos tenido en Washington he podido estrenarlas y usarlas en varias ocasiones. Pero la última vez que escribí, se me olvido contaros sobre la fiesta fluorescente que tuvimos a finales de enero. La fiesta en sí, como cualquier otra que se celebre en una discoteca: música alta, bailes con los amigos y poca luz. Pero esta no era en una discoteca, sino en una de las salas más bonitas que tiene el campus principal, con el suelo de madera y las paredes con escudos.  Además, como el nombre de la fiesta indica, había luces fluorescentes y si llevabas los colores adecuados, los efectos ópticos eran por lo menos interesantes. 

[Sí, si lo piensas bien parecemos Avatares recién salidos de Pandora.]

En febrero del 2010, ya os hablé del Año Nuevo Chino. Esta vez no fui a ningún desfile en Chinatown, pero sí que lo celebré y por partida doble. Tanto la Asociación China de George Washington como la de Georgetown tuvieron festivales con bailes, actuaciones de Kung Fu, danza del León (que no dragón como nosotros creemos) y mucha comida.
 
[El farolillo rojo no puede faltar]

A principios de febrero también empecé a trabajar en las oficinas de mi cliente para el proyecto de fin de master WWF. No sólo me encanta la organización y su trabajo sino que los compañeros y el ambiente es excelente. Y además, aunque a efectos de recursos humanos sólo soy una becaria, tengo los mismos privilegios (o incluso más) que cualquier empleado fijo. Mi jornada “empieza” a las 8am cuando cruzo el vestíbulo y en vez de girar a la derecha donde está ubicado el departamento de comunicación, giro a la izquierda y entro al gimnasio. Eso de tenerlo en la oficia no sólo es tremendamente cómodo sino que neutraliza cualquier excusa o pereza. Si ya estás ahí, ¡aprovecha!
 
Después de San Valentín y a modo de aniversario, aprovechando el lunes festivo de Presidents Day, me escapé a Berlín. Tan sólo tres días, pero llegar por sorpresa a la oficina de tu novio un viernes por la mañana y ver su cara de asombro y alegría… no tiene precio. Además del factor romántico, tuve la suerte de ir durante la Berlinale (Festival de Cine) así que el fin de semana estuvo súper completo.
 
[El oso, Clément, Berlín y yo]

A la vuelta de la capital germana las niñas del master conseguimos reunirnos. Que un grupo de amigas se junten, no debería de ser algo complicado, lo sé. Pero con este grupo de chicas hemos desafiado cualquier lógica y la organización de tantas agendas se ha convertido en una misión titánica. Afortunadamente, un partido de baloncesto siempre es un buen motivo y si encima es un partido de la universidad, ya no hay excusa. Casualmente Georgetown contra Cincinnati. El mismo partido que fui a ver por las mismas fechas hace un año. Aunque esta vez fue un miércoles noche y vimos el partido desde el cuarto piso más o menos. Aunque las entradas nos costaron lo mismo que a cualquier alumno, hubiera pagado con gusto el doble por haber podido verlo desde la “zona estudiantil” como lo hice el año pasado. El ambiente, los gritos y como se vive cada minuto no tiene nada que ver.

[Hoya Saxa!]

Como a finales de Marzo me voy diez días a México, este año por Spring Break me he quedado en la ciudad. Debo de confesar que aunque Miami fue genial, no lo he echado demasiado de menos. Insisto, en Washington, si quieres, hay mucho que hacer.  Además, Spring Break en Georgetown siempre coincide con carnaval y Clarendon que es el barrio donde queda mi campus, celebra todos los años Mardi Gras con un desfile que por supuesto, no me perdí.

[No. No estamos en NOLA, esto es NoVA]

El Mardi Gras se celebra sobre todo en Nueva Orleans, de hecho es bastante famoso y uno de los principales atractivos turísticos pero no el único. El primer desfile de Mardi Gras se celebró en 1875 y ya sabéis como les gusta a los yankies eso de los desfiles. Lo tienen para todo.  En San Patricio, hay desfile. El 4 de Julio, hay desfile. En Memorial Day, también se desfila y en Acción de Gracias, el de Nueva York es famoso. En navidad… no sé, pero seguro que también hacen algo.
 
Como aclaración explicar que el Mardi Gras y el carnaval no son lo mismo. Carnaval es un periodo, mientras que el Mardi Gras es un solo día concretamente el martes previo al miércoles de ceniza que como sabéis, cierra la época de festejos y celebraciones y da paso a la cuaresma.

 [Baile, música, máscaras, plumas y colares de cuentas.
Sobre todo collares.]

Los colores “oficiales” son el verde, morado y dorado. Se eligieron en 1892 y el morado viene a representar la justicia, el verde la esperanza y el dorado el poder. Aunque no lo hace todo el mundo, mucha gente va con máscaras lo cual le da un toque muy veneciano pero lo cierto es que viene de tradición propia. Otra tradición propia, que no me ha quedado muy clara es lo de los collares de cuentas (beads) se reparten como caramelos en la cabalgata de Reyes y la verdad es que les gustan tanto a niños como adultos pero no he podido encontrar su significado (aún) sin embargo no deja de ser un distintivo de esta fiesta y a mí los colores brillantes de estos collares me encantan. De hecho, en San Patricio (que está a la vuelta de la esquina) también se usa mucho lo de los collares de cuentas, pero por supuesto, sólo en color verde.

[Por supuesto, con lo que a mí me gustan los disfraces,
no pude resistirme a la tentación de las máscaras.]

-Stay toon for more-

miércoles, 2 de febrero de 2011

Mis crocs y yo…

Creo que soy incapaz de enumerar las veces que he podido decir “qué cosas más fea” refiriéndome a las Crocs. Para los que no sepan, son uno tipo de zueco con huecos hecho de un material extraño que debe de ser una mezcla entre espuma y caucho. Son bastante famosas, así que seguro que en algún momento de vuestras vidas las habréis visto. Sino mirad en Google. Jejeje.
 
El caso, que me he quejado hasta saciedad de lo feas que son y de lo cutres que deben de ser los estadounidenses como para comprarse no sólo un par, sino los necesarios para conjuntarlo con casi todo. De hecho, estuve a punto de unirme a un grupo de Facebook titulado: “no me importa lo cómodas que sean, te ves ridículo con ellas” y sin embargo, a pesar de mi firme oposición a los susodichos zapatos, debo confesar una cosa:
 
[Mi primer par de crocs]

Que nadie se asuste y piense que después de un año han conseguido lavarme el cerebro y no queda nada de buen gusto en mis neuronas. Como podréis sospechar, la caja para contener un simple par de zuecos es bastante grande. La verdad es que a pesar de mi compra, los zapatos que hicieron famosa la marca me siguen pareciendo feísimos estéticamente pero como bien dice el dicho: Renovarse o morir. No sólo me ha tocado renovarme a mí, también la marca de los cocodrilos en vista del éxito, han ampliado líneas de producto y yo... bueno, digamos que tras un terrible e inexplicable accidente con mis botas de agua he tenido que sustituirlas.

[Fieles a la marca, son ligeras, extremadamente cómodas y supuestamente indestructibles.]

Debo de aclarar que estoy muy satisfecha con mi compra, no sólo me parecen bonitas y no pesan nada, sino que tal y como afirma la marca son muy cómodas y esperemos que resistentes. Porque mis difuntas botas de agua no han llegado a cumplir el año. La verdad es que su ruptura me sorprendió ya que estaba convencida que el caucho estaba fabricado a prueba de todo, pero al parecer la mezcla calor-frio/seco-húmedo deterioran a cualquiera.

A rey muerto, rey puesto y mañana pienso ir a trabajar con ellas. Por supuesto como persona seria y adulta que supone que soy, irán por debajo del pantalón pero la niña que vive dentro de mí podrá presumir de sonrisa y de la compra de un “accesorio” por supuesto completamente innecesario. No sé si sabéis que desde hace un tiempo se venden una especie de botones para decorar a gusto cualquier zapato de esta marca. Pues bien, he caído en la trampa y no pude resistirme a personalizar mis botas nuevas. Os dejo con una foto de mis “jibbitz” que es como se llaman los botoncitos.

[The Green Frog]

-Stay toon for more-

jueves, 9 de diciembre de 2010

Hasta el año que viene

¡Se acabó!  Sin apenas darme cuenta el último día de clases ha terminado y con ellas el semestre. En exactamente dos días estaré subiéndome en un avión rumbo a Colombia para huir del frío tan insoportable que está azotando la pequeña capital del gran imperio pero no puedo irme sin antes compartir con el blog mi regalo de cumpleaños: Un viaje a Nueva Orleans.

Mi cumpleaños por lo general suele coincidir con una de las fiestas más importantes para los estadounidenses (Acción de gracias) pero una cosa es saberlo y oírlo de lejos y otra bien diferente es “vivirlo”. El éxodo masivo de las ciudades para reunirse con los seres queridos fue cuando menos sorprendente y eso que yo me fui de Washington DC el martes por la noche y no el miércoles como la mayoría de los viajeros. El tren estaba literalmente hasta arriba y varias fueron las personas que hicieron el recorrido de pie. Con semejante panorama debo de confesar que me preocupo un poco eso de ser el punto de mira de posibles ataques terroristas,  pero bueno,  no por ello voy a dejar de viajar…
 
El jueves por la mañana y lidiando con el transporte público en horario festivo llegamos al aeropuerto de Baltimore con tiempo de sobra para almorzar y todo así que cuando llegamos a Nueva Orleans a las 3 de la tarde aprovechamos la última hora y media de sol para pasear por la orilla del Mississippi que da al French Quarter.

[Nada como el encanto francés para entrar en ambiente.]

Esa noche y después de una cena sin pavo, fuimos a bailar a un local típico de la ciudad: El Rock & Bowl (sí de bowling, bolos) donde como cada noche de Acción de Gracias durante los últimos 25 años viene el mismo grupo de Zydeco. Me encantaría poder describir en qué consiste exactamente eso del Zydeco pero mi cultural musical no es tan amplia como para hacer una buena metáfora, así que aprovechando una de las herramientas del blog, os dejo un video para que (más o menos) podáis imaginaros de qué va. Por supuesto, no os perdáis los movimientos de las piernas con botas vaqueras que parecen hechas de goma y según se vaya moviendo la cámara no perdáis detalle de la bola de discoteca con lucecitas colgada del techo o de las otras parejas que enfoco, sobre todo hacia el final donde la bailarina (joven de espíritu) va ataviada al más puro estilo ochentero con leggins, enormes zapatillas blancas y camiseta de leopardo (no tiene desperdicio) para cerrar nuevamente con el vaquero y la pareja que va en chanclas.


Al día siguiente y cumpliendo con la predicción meteorológica,  nos despertamos con un día gris y mojado pero una simple lluvia no le resta encanto a la ciudad y nos fuimos a desayunar beignets (una especie de donuts) a Café du monde (sí, todo muy francés) como la lluvia parecía no ceder, visitamos un museo sobre el “oscuro” mundo vudú y por la tarde aprovechamos para disfrutar de un tranquilo paseo sobre las aguas del gran Mississippi, por supuesto en barco de vapor.


El sábado otra sorpresa de cumpleaños me estaba esperando y justo después de comer una furgoneta nos recogió en la puerta del hotel para llevarnos a los pantanos de Honey Island e intentar ver algún caimán. Lo cierto es que caimanes sólo vimos uno ya que por esta época del año los reptiles como buenos animalitos de sangre fría están invernando. Pero en el recorrido nos dio tiempo a ver garzas, búhos, tortugas y hasta “nutrias” que no son como las nutrias en español sino más bien una cobaya tamaño gato adulto. Al parecer en verano los hay caimanes a montones pero aunque no hubiéramos visto ninguno, el paisaje es tan bonito que ya por eso vale la pena el viaje.
 
[Si habéis visto la película de los Rescatadores (Disney)
el bayou os tiene que resultar familiar.]

Por la noche y gran final a un viaje fabuloso, fuimos a Preservation Hall, parada obligada para cualquier amante del Jazz o simplemente amante de la buena música. El lugar es bastante curioso. No tiene barra (bar) ni aseos ni nada. Consiste literalmente en una sala donde en un extremo se coloca la banda, a mitad de la habitación hay un par de sillas colocadas unas tres filas y el fondo es un espacio vacío para que pueda entrar de pie todo el público que se atreva. Nosotros tuvimos “suerte” y pudimos quedarnos (también de pie) al lado de la puerta que da acceso a la zona de la banda. Todo muy bohemio  pero una vez la música empieza a sonar, perfectamente podrías pensar que te encuentras en uno de los mejores auditorios del mundo ya que la calidad de los músicos es impecable.

[En la cuna del Jazz, dedicar una noche a la música era una obligación]

El domingo por la mañana visitamos el distrito de los jardines, pero para cerrar este blog creo que es mejor aprovechar un video que grabé de forma “ilegal” en Preservation Hall y dejar que los pocos segundos que capturé os trasladen hasta la ciudad en forma de croissant, la bella Nueva Orleans.


-Stay toon for more-

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Catoctin Mountain Park

Aunque en mi post pasado, me quejaba del robo del otoño, la verdad es que estos días las calles están de lo más bonitas con los árboles de hoja caduca luciendo todos los colores que os podáis imaginar dentro del espectro otoñal.

[Si la ciudad está así, imaginad cómo están los bosques]

Hace dos sábados un grupo de valientes exploradores se reunieron a las puertas del campamento base que Outdoor Education tiene instalado en el campus principal de Georgetown. Supuestamente estos intrépidos aventureros se adentrarían en las montañas de Maryland y pasarían la noche en lo más profundo de la naturaleza para, a la mañana siguiente, disfrutar de un revitalizador paseo por el bosque, almuerzo al más puro estilo supervivientes para regresar finalmente sanos y salvos a Washington el domingo por la tarde.

La verdad es que nos esperábamos una cabaña típica de las películas (de miedo) que tanto juego dan a los asesinos en serie. Imaginároslo, 12 jóvenes universitarios aprovechan un fin de semana para desconectar en el bosque cuando al caer la noche aparece Jack el destripador y buh! Pero nada de eso… nuestra “cabaña” en cuestión resulto ser una preciosa casita ciertamente alejada de la ciudad pero en una bien comunicada zona residencial. Eso sí, la casa de enfrente tenía toda la pinta de estar embrujada.

[Sí, con todo el ”encanto” del mundo pero menos mal que esta no era nuestra cabaña]

Es cierto que el no estar incomunicados en medio de la nada nos desilusionó un poco, pero la velada fue de lo más agradable con Marshmallows asados a fuego lento y todo. Y el paseo (de unos 6 kilómetros) el domingo a mediodía, no tuvo desperdicio. La gente dice que el otoño es una estación “triste” por eso de que las hojas se caen y todo parece muerto, pero a mí me parece que en otoño es cuando la naturaleza muestra su mejor cara y el bosque se llena de colores que a veces sólo imaginamos ver en la paleta de un pintor.

[Azul, dorado, rojo, amarillo, verde y marrón… ¿alguien da más?]

-Stay toon for more-

lunes, 8 de noviembre de 2010

Halloweek of Halloween

Me resulta curioso que siendo la “noche de brujas” una de las fiestas que más beneficios genera en Estados Unidos, el 1 de noviembre no sea festivo. Igual, también hay un factor económico detrás de todo ello, porque muertos hay en todas las partes sin importar la cultura o la religión... Pero bueno, Con o sin celebración del día de los muertos, la noche previa sigue siendo toda una fiesta llena de dulces y disfraces variados.

Sin embargo, antes de contaros sobre el 31 de octubre,  tengo que hablaros sobre el Rally to Restore Sanity del sábado 30. Aunque el motivo de la manifestación pedía restaurar la cordura en Estados Unidos, sobre todo con las elecciones del 2 de noviembre a la vuelta de la esquina, lo que se vivió en la explanada del National Mall fue una verdadera locura. Tanto, que ya tiene hasta su propia entrada en la Wikipedia. Y según esta sabia ciber-pedia, al rally acudieron 215.000 personas. Lógicamente, con tanto bicho suelto por la calle y Halloween en el ambiente se podía ver de todo. Desde a un Jesucristo subido a una farola hasta a una pareja disfrazada de bolsas de té (haciendo referencia al Tea Party). Por supuesto los carteles reivindicativos también eran de lo más variados. Desde consignas claramente políticas hasta pancartas llenas de humor. Por mi parte, lleve mi bandera Española de paseo y fueron varios los que recordaron el mundial a su paso, lo cual me subió bastante la moral entre tanto yankie descontento con el sistema.

[En un día de cuerda demencia, Europa reconquista los US]

El domingo por la mañana, se celebró la trigésimo quinta edición del Marine Corps Marathon en el que participó el tío Rafael. Cierto es que no terminó entre los 500 primeros pero de los 35.000 participantes, su marca de 5 horas y 51 minutos lo colocaron en la posición 12.031 (entre los hombre) y 19.371 de la clasificación general.

[Cualquiera que termine una carrera de 42km, se merece una medalla]

Por la noche, ya metidos en el espíritu de los espíritus, nos dirigimos al campus, a Gaston Hall, para participar en una de las tradiciones más terroríficas de Georgetown: Ver el exorcista. Para los que aún se hayan resistido a la película, como nota informativa, aclarar que una gran parte de la cinta se rodó no sólo en la universidad sino en su barrio. Puede que parezca una tontería, pero eso de ver sitios conocidos en la gran pantalla le hace ilusión a mucha gente y nada como una dosis de aplausos y vítores para romper con la tensión típica de las películas de terror.

Como dato gracioso de la noche, contaros que gané un concurso de disfraces ($75 dólares a gastar en la tienda de la uni) y no os creáis porque mi disfraz fue de lo más elaborado. Si estuviera en Madrid, se podría haber dado el caso, pero este año alejada de mi máquina de coser, la fortuna quiso que fuera de las pocas (por no decir) de las únicas que se acercó a ver la peli disfrazada y ganara sin mucha dificultad un no tan reñido concurso. Jajaja.

Después de la película, por no romper con las tradiciones de la cuidad, dimos un paseo por M Street donde vimos disfraces de todos los estilos y también, nos dejamos ver. Este año no hubo grandes fiestas hasta altas horas, ni atracones de azúcar (de hecho, por mi casa ningún niño pasó a pedir caramelos) pero tanto las decoraciones de varios portales como el ambiente de la calle hizo que la celebración se viviera de todos modos.

 [Brujas y calabazas, hasta el año que viene]

-Stay toon for more-

martes, 5 de octubre de 2010

¿Quién me ha robado el otoño?

Todo el mundo sabe que con el fin de septiembre llega el fin del verano. De hecho, en el colegio nos enseñan que el otoño comienza oficialmente el 23 de septiembre (en el hemisferio norte) y precisamente son los escolares los que mejor saben que por esas fechas no son las vacaciones lo único que se termina. Incluso, llegamos a poner nuestras esperanzas en el famoso “veranillo de San Miguel” (29 de septiembre, siempre y cuando Google no mienta). Pero todos sabemos, y estamos más que mentalizados que con la llegada de octubre, el calor se va. Bien, hasta ahí todo perfecto. Lo de siempre, sin novedad, es lo que tiene el otoño. Esa estación bisagra entre altas y bajas temperaturas. Con el comienzo del otoño, sentimos como poco a poco el verano se apaga. Pero en esa metáfora está la gracia. Que se apaga POCO A POCO. No es como si llegas y le das a un interruptor y cambiamos de estación. No. El otoño es una estación de tránsito y eso (junto con la primavera) es lo que hace que nos diferenciemos de otras zonas del planeta donde sólo hay época seca y época de lluvias o donde hay luz 20 horas al día la mitad del año y la otra mitad es de noche todo el tiempo.

En otoño, las hojas de los árboles (caducos) se van secando y visten el paisaje de diversos tonos rojos y amarillos. En una misma semana puedes tener días de mucho viento pero con sol, seguidos por días con mucha lluvia que puede ir desde el aguacero de nuestra vida hasta la “tormenta de verano” pero en versión frío, porque como ya hemos dicho al principio del blog, del verano ya sólo nos quedan los recuerdos. Pero no importa, porque para eso sirve esta rojiza estación. Para mentalizarnos y poco a poco adaptarnos al nuevo estilo de vida o más que estilo de vida, estilo de vestirse. Ya sabéis: paraguas, botas, gorro, bufanda y sin darnos cuenta hasta guantes. Esa es la gracia del otoño que con sus efectos de colores nos engatusa y engaña y sin que prácticamente nos percatemos; nos planta en el invierno. El problema radica cuando por jugar con la temperatura global y dañar el medio ambiente, mamá naturaleza decide castigarnos y saltarse el otoño.

La semana pasada todavía iba a clase en pantalones cortos y chanclas. De hecho, parece ser que hay un pacto secreto entre el clima y los que controlan la temperatura dentro de los edificios y de un día para otro cambian el calor por el frío (fuera) y el aire acondicionado por la calefacción (dentro). En algún momento tendré que investigar más sobre este extraño complot, ya que me habría ahorrado dos horribles días en la cama y una eterna mañana entre la consulta del doctor y la farmacia. Nos quejaremos de la sanidad española y de nuestras salas espera o de las urgencias pero vamos, no las cambio ni por un solo día con lo que tienen en Estados Unidos.

El caso, que con tanto robo de estaciones y tanto cambio brusco de temperaturas, mi pobre organismo que estaba entretenido pensando cómo será eso de pasar Halloween con las calabazas como único aporte cromático típico de la época del año, me he puesto mala y como “recompensa” por las molestias, he podido añadir a mi colección de cosas 100% americanas el típico bote de pastillas naranja (el bote no las pastillas) con tu nombre y tapa a prueba de niños.

[¿Quién no ha visto uno de estos en las películas?]
 
Con otoño o sin él, está claro que el periodo de aquí hasta Navidades promete. A finales de mes tenemos la más que famosa noche de brujas y para amenizar noviembre, ¿qué mejor manera que disfrutar de un buen pavo en acción de gracias?

-Stay toon for more-